lunes, 5 de diciembre de 2011

XVI Fira Santa Llúcia Solidària - 10 de desembre de 2011


LA DEUDA NOS AHOGA A TODOS, EN EL NORTE Y EN EL SUR


En el año 2008 empecé a oír la palabra crisis. Nunca hubiera pensado que llegara a salpicarme. Creí como muchas otras, que no iba conmigo. Las modificaciones en pensiones, jubilación, marco laboral,.. incluso en la constitución., creí que eran temas políticos que no me incumben.

Pero hoy, estoy en paro. “Mi empresa” realizó un ERE. De entrada no me preocupó, pues cobraba el seguro de desempleo. Pensé que ya encontraría trabajo más adelante. No ha sido así. Estoy a punto de agotar el paro, pero el recibo de la hipoteca sigue llegando cada mes. La verdad es que me estoy agobiando. No encuentro nada. Y he ido descubriendo que lo que me pasa a mí, es bastante común. He empezado a observar a vecinos, a conocidos, familiares,…, gente de mi barrio. Hay muchos despedidos, parados, algunos han perdido el piso, otros han tenido que cerrar su comercio. Por suerte ni mi marido ni mis hijos nos hemos puesto enfermos, porque estoy oyendo quejas en las demoras de visitas médicas en el ambulatorio.

Un día empecé a acercarme a las asambleas del 15M en la Bòbila. Allí fui descubriendo que los mismos planes de ajuste ya se han hecho en países del Sur, en América Latina. Incluso hubo en el barrio una campaña por la condonación de su Deuda Externa. Nadie pensó que esos mismos ajustes se iban a producir aquí.

Pero sobre todo he descubierto que afrontar en soledad esta situación está llevando a mucha gente a la desesperanza (en Grecia se ha duplicado el índice de suicidios). Las dimensiones reales de todo esto no nos lo imaginamos. No tenemos perspectiva. Sirva de ejemplo que los ciudadanos rusos vieron reducir en 10 años su esperanza de vida en tan sólo 8 años de aplicación de medidas capitalistas neoliberales.

Teniendo en cuenta lo que ha supuesto la historia de la crisis hasta ahora, no sería extraño que hubiera más ayudas públicas a la banca. Eso significa más políticas de austeridad que, en nuestro lenguaje, se traducen en más recortes sociales, más paro y, en definitiva, más precariedad de vida. Esta es su solución: hundirnos en la más profunda de las miserias social y colectiva presente y futura por continuar asegurando la flotabilidad imposible del titánic en que se ha convertido el capitalismo.

La previsión apunta tormenta. Sólo nos resta pensar que entre todas seremos capaces de construir los mecanismos y los espacios de refugio necesarios y que conseguiremos combatir el frío que nos espera llenando de calor popular las calles de nuestros pueblos y ciudades. En definitiva, que conseguiremos construir nuevamente el paraguas de clase que nos permita plantear, con la fuerza y contundencia necesarias, la defensa de nuestros intereses colectivos en el conflicto social contra los intereses de la minoría dominante capitalista y todos sus representantes. Nadie nos dará las soluciones. Tenemos que ser nosotros mismos, en común, en la calle, pacíficamente, pero en la calle, los que busquemos nuestras soluciones.

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